De vuelta en el Acuario de Gijón




   Oohh happy daaayyy....

 Pues ¡sí amigos! Después de una primera experiencia agotadora volvimos al Acuario, que a cabezona no me gana nadie. De hecho volvimos dos veces: la segunda con el papá, que ya fue mejor, y la tercera este domingo, otra vez solita con el par de dos ¡quién dijo miedo! Y esta vez fue...maravilloso.

 Entre la primera y la tercera visita ha pasado un año. A las edades de mis rorros, un año equivale a una era geológica. Y el cambio es brutal. Son otros niños. De pronto, el Acuario se transformó en la cueva de Alí Babá plagada de maravillas que soñaba para mis hijos. Su emoción y alborozo frente a cada uno de los tanques de agua fue alucinante, una gozada.




 Por fin vi a mis hijos flipar con los vuelos de las rayas, y los paseos de los diminutos caballitos de mar como seres de cuento, enganchándose con sus colas a los tallos de las plantas. Las exclamaciones y los ¡mamá! ¡mamaaaaá! ¡¡mía!!  se sucedían a cada rato - ¡mía la tutuga mamá!! ¡mía dibudón! - hooola dibudooónn!

 -Maaami, ¿queseto?- un centollo cariño - ¿un totollo? -¡No Dubio!- corrige mi mayor- ¡seeentooollo!- No niños atended: cen-to-llo!

 Y el Moreno, con su sonrisaza de oreja a oreja, repite muy concentrado -¡sen-too-llo!- mientras su hermano gira la carita seria nuevamente hacia las bestias alienígenas del tanque mientras murmura -...hooola... totoollo.

 Hubo carreras y un cierto descontrol, pero nada que ver con nuestra primera vez. Ahora, cada pecera era un imán poderoso ante el que había que pararse. Lo cierto es que la que peor se portó fuí yo, que me puse a grabarlos sin quitar el flash y me llamaron la atención, lógicamente. Y luego hablo de mis hijos...La verdad es que no los grabo ni fotografío casi nunca, ¡como nunca se están quietos! Normalmente me faltan manos y ojos para vigilar, así que cuando los vi juntos y alborozados señalando peces solo pensé en grabar sin percatarme de dónde estaba, muy mal.



 Mis churumbeles, que hablan fatal, preguntaban y repetían todos y cada uno de los nombres de los animales: pintarrojas, anémonas, nutrias...Excuso contaros todas las traducciones bizarras a su idioma, baste decir que cuando nombré la nutria se quedaron muy sorprendidos hasta que el mayor soltó - no mami, es una poca. 

 -¿Una qué?
 - Una poca, mami. ¡Mía la poca, cómo nada!

 Igual ya caísteis en que la confundían con una foca, a mi me llevó media tarde. Para entender porqué las cigalas y langostas son cani según el Rubio si que no tengo explicación, aún sigo dándole vueltas. 


Yo soy Cani, cani,cani,cani. Es un misterio.

 Pasamos por las distintas salas con alegría, disfrutando del espectáculo, manteniendo el grupo unido sin excesivas dificultades y con el "¡chist!" "¡bajad la voz!" como único mantramadre repetido en bucle. No era difícil evitar que se dispersasen, ellos mismos se buscaban de contínuo para ver juntos tal o cual animal. Y en los espacios con gradas "disfrutamos" de las clases magistrales del Moreno, quien se ponía de espaldas al tanque para ejercer de profe y, en resumen, mandarnos callar, sentarnos, y que estuviésemos quietos. Lo que imagino oye de su profe el noventa por ciento del tiempo. La profe, santa Rocío de la clase de cuatro años...definitivamente lo suyo no está pagao.

   
 No todo fue Jauja, alguna bronca se llevaron, algún rato agarrados de la mano tuvieron que pasar ambos, incluso hicieron sonar una alarma intentando salir por una puerta prohibida. Son mis niños, nunca defraudan. Pero pasamos una tarde estupenda y disfruté y me reí con ellos como pocas veces. Incluso me maravillé contemplando a los nautilus, que en las dos visitas anteriores o no estaban o no los vi, probablemente lo segundo. A la salida se metieron en la tienda de regalos y escogieron, criaturas, una pijadita baratísima con la que se entretienen desde entonces: un tubo con un motón de animalitos de plástico. Tenemos tortugas, estrellas de mar, canis, caballitos, pulpos, calamares...de todo. Al llegar a casa los metí en unos túper de cristal con agua y se entretuvieron con ellos en la cocina el resto del día. También la liaron parda, por supuesto, que el realismo que logramos con nuestras piscinitas caseras tuvo sus consecuencias...pero no importa. El Acuario, definitivamente, es lo más de lo más.
 

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